¡Hola un mes más desde Finlandia! En esta entrada del blog os voy a hablar un poco de la vuelta a la "normalidad" tras la cuarentena y las cosillas que he vivido durante este tiempo.
A finales de mayo, los voluntarios y voluntarias que vivimos juntos durante unos meses estábamos un poco perdidos con lo que iba a pasar de ahí en adelante, qué debíamos hacer, ya que habría restricciones menos estrictas y se iban a empezar a volver a abrir los comercios. Así que tuvimos unos días intensos de ponernos en contacto con las organizaciones y pensar y planear la siguiente fase. En ese momento, fuimos conscientes de que este periodo viviendo juntos y juntas se acababa, porque nos tocaba volver a trabajar en nuestros respectivos sitios. Fue una sensación bastante agridulce, porque, aunque en cierto modo echaba de menos a la gente, niñas y niños de Eskola y mi casa allí (con mi propio espacio y rodeada de naturaleza), por otro lado, tocaba despedirse (por lo menos durante la semana) de mis compañeros/as (que realmente habían pasado a ser amigos y amigas) durante todo este tiempo; de nuestra vida, "rutinas" y momentos vividos.
Dejando mi dramatismo e intensidad a un lado, mejor os cuento que decidimos verlo de forma positiva y aprovechar lo máximo posible estos últimos días. Entre otras cosas: saliendo a dar paseos y disfrutar fuera (aprovechando el increíble buen tiempo que empezaba a hacer y el aumento de horas de luz); visitando la casa de la mentora de la voluntaria y voluntario de Ylivieska, que nos invitó a la sauna, jacuzzi y una barbacoa; recibiendo a unos voluntarios de una Ecoaldea que habíamos conocido en la formación online y yendo con ellos a la cabaña de la ciudad de Ylivieska (Kekan Maja). Debido a que ya no hay hielo y el lago se ha descongelado por completo, por fin pudimos usar el bote que tienen allí y navegar por el lago, y fue una experiencia increíble.
La semana siguiente decidimos visitarles de vuelta (haciendo una parada los días antes para visitar a unas voluntarias que hacía tiempo que no veíamos e ir todos juntos desde allí). Era la primera vez que cogíamos el coche durante horas en los últimos meses, pero fue un viaje muy divertido, cantando por el camino, parando en diferentes pueblos y lugares interesantes que nos encontrábamos por el camino y viendo cómo se notaba la llegada del verano, tanto en el clima como el paisaje (volver a ver verdes intensos y flores es sorprendente y emocionante después del largo periodo de nieve con escasa vegetación). La Ecoaldea está en un sitio muy bonito y tienen un ambiente muy agradable y acogedor, realmente te hace querer quedarte allí y disfrutar con la gente. Pero, sorprendentemente, nos fuimos sin pena, más bien con la certeza y sensación de haber tenido un fin de semana perfecto previo a la vuelta al trabajo.
A la vuelta al trabajo, fui consciente de lo mucho que echaba ver a los peques y de lo que habían crecido y cambiado en este poco tiempo. El que era más pequeño cuando yo empecé, antes apenas hablaba y ahora dice muchas más palabras, hasta mi nombre (bueno, un intento; dice algo como "baba"). Hay algunos niños y niñas nuevos y otros que ya no están. Me da mucha pena pensar que seguramente no les vuelva a ver, pero tengo la esperanza de encontrármelos algún día por ahí, como ya me ha pasado alguna vez.
En general este mes realmente se ha sentido como verano. Ha hecho sol todo el tiempo y mucho calor, aunque lo de los mosquitos no es nada agradable. En el trabajo hemos estado jugando un montón fuera con los niños y hecho alguna excursión y muchos paseos por los alrededores.
En mi tiempo libre y fines de semana he visto las puestas de sol eternas, me he bañado en lagos y ríos, he visto partidos del deporte nacional (Pesäpallo), he dado muchos paseos en bici (incluso de noche, aprovechando que no llega a oscurecer realmente; es bastante locura, es como una puesta de sol o amanecer eterno y continuo -a veces no sabes muy bien si ya está amaneciendo o sigue la puesta-, pero me descoloca y fascina/encanta a partes iguales). También estuvimos en la cabaña por Juhannus (San Juan) con otros voluntarios y tuvimos un fin de semana con un tiempo fantástico, rodeado de muchos baños, buena comida en la hoguera y juegos al aire libre. Y este último finde decidimos irnos de camping a Laponia. Fue un viaje genial, totalmente improvisado, pero con la suerte de dar con paisajes preciosos que ver y en los que dormir (sin duda los más bonitos que yo he visto en Finlandia, tanto en invierno como verano), aunque la cantidad de mosquitos era horrorosa, pero en cierto modo era gracioso lo que teníamos que intentar hacer para evitarlos (vestir de forma ridícula, salir y entrar corriendo en el coche, llenarnos de spray, mear lo más rápido posible...). Pude visitar la casa de Papá Noel (supongo que no es tan original como en navidad, pero era algo que quería hacer antes de irme, ya que no paramos las anteriores veces que estuve en Laponia) y vimos renos con crías y alces, además de las noches más claras y más cortas de mi vida.
Las últimas semanas he sido muy consciente de lo poco que me queda aquí, me da pena porque me entiendo mejor con los niños y me veo más suelta en el trabajo y realmente estoy disfrutando mucho estos últimos meses, me he acostumbrado a la vida aquí, a la naturaleza y a la gente. Empiezo a ver todas las cosas que echaré de menos y todas las despedidas que me quedan por delante y me pone triste, pero al mismo tiempo me motiva para disfrutar al máximo cada momento del tiempo que me queda.
Espero que este próximo mes sea tan bueno o mejor que el anterior y que el tiempo acompañe. Ya hay algunos planes que empiezan a sonar muy bien, pero por ahora no os puedo contar mucho más, ¡Nos vemos en un mes!