29.10.2018 - 04.11.2018
Esta semana pasé los últimos días con mi hermana. Ya está en casa porque sus vacaciones se acabaron el viernes y yo estoy, sola la última vez antes de volver a casa. Para aprovechar nuestro tiempo juntas cogí mis últimos días libres y pasé la semana con ella.
Fuimos a dos ciudades para vivir aventuras. Ya sé que estáis pensando: Seguramente Oviedo y Avilés. Bueno, casi tenéis razón. Fuimos a Oviedo para ver el centro y para beber el PSL en Starbucks (sí, lo sé: somos basic bitches y sí, eso me da mucha vergüenza) pero al final no teníamos tiempo para visitar Avilés. Entonces ¿cuál era la otra ciudad? Era Bilbao. Cuando compré los billetes de avión de mi hermana, me di cuenta que es carísimo viajar de y a Asturias, por eso decidí que sería buena idea comprarlos en otra región cercana y así viajar un poco y ver más del país. Ya fui a Bilbao una vez pero cuando pienso en ese día, me acuerdo de la terrible experiencia que viví en Barcelona y el estrés que tenía después. Quería formar nuevos recuerdos, recuerdos bonitos y divertidos. Y como ya soy una viajadora experimentada, busqué en el internet ciudades que están entre Bilbao y Gijón para pasar el fin de semana en una nueva ciudad y para tener algo que hacer después de la despedida de mi hermana. Encontré Santillana del Mar, cerca de Santander y ya tenía mi último viaje planeado. Dos días en Bilbao con mi hermana y dos días en Santander sola.
Bilbao fue una experiencia increíble. Increíblemente horrible. Hasta entonces solo había tenido estancias buenas en los Airbnbs, con gente amable y en pisos bonitos. Esta vez fue diferente. Muy diferente. Llegamos a Bilbao por la tarde y las dos estábamos muy cansadas del viaje y estábamos molestas con la lluvia. ¡Que típico! Nos vamos de vacaciones y pronto empezó la lluvia. Entonces no estábamos de buen humor. Solo queríamos llegar al piso y descansar.
Pero la vida tenía otros planes para nosotras. El piso era HORRIBLE. Olía asquerosamente y el pasillo frente la puerta y en el suelo estaba lleno de MIERDA. Esta vez no estoy exagerando, digo la verdad: me sentí como en un piso de un acumulador compulsivo. Nos sentimos muy incomodas. Pero la cosa más horrible y que me dio mucho miedo eran las niñas, siempre disfrazadas con vestidos de princesas, como en una película de terror. Y la madre, nuestra anfitriona, no era mucho mejor, no nos dejó en paz, siempre nos estaba hablando de cosas. Por eso (y por nuestra habitación horrible: con la ventana rota, el poco calor que había dentro escapándose fuera y las paredes llena de "arte") salimos mucho. Mejor así porque durante esas salidas vimos toda la ciudad, lo pasamos genial fuera. Solo volvíamos para dormir y el último día nos fugamos temprano para así estar muy poco tiempo en el piso con.... ellas.
La despedida de Alissa fue más difícil que la de mi madre hace un mes. No sé porque. La voy a ver en un mes pero cuando la dejé en el aeropuerto para buscar el bus me sentí como si tenía un hueco en mi corazón. Pensaba que mi viaja a Santander me iba a distraer de mi tristeza pero no fue así.
Afortunadamente mi tristeza se pasó al siguiente día y lo pasé muy bien en la ciudad. Porque Santander es muy pequeña, decidí ir a Santillana del Mar, un pueblo muy pequeño y muy histórico. Allí está la cueva de Altamira con los dibujos prehistorias. Me encantó mi día allí y me sentí como si estuviera en la Edad Media. Tenía mucha suerte ese día porque podía entrar al museo sin pagar la entrada. Como una tacaña eso me hizo muy feliz y aproveché esa oportunidad para ver todo. Es un lugar muy bonito e impresionante. No me puedo imaginar que en aquellos tiempos vivía gente allí, sobreviviendo en un mundo extraño para nosotros. ¡Además hizo un tiempo maravilloso! No podía creer que ya era noviembre porque me quité la chaqueta porque estaba sudando. Me he dado cuenta que todo en España llega tarde. Todo, no solo la gente, digo todo, incluso las estaciones. El verano llegó tarde y ahora ha llegado el otoño tarde...
Lo que me gustó más de todo en Cantabria fue el Airbnb. Después del Airbnb de mis pesadillas en Bilbao, ¡era un lujo! Me sentí como en casa y no tenía miedo de estar dentro.
Aunque lo pasé muy bien esos días, estaba muy contenta de volver a Gijón, a casa. Viajar es guay pero es duro y estaba cansada. No solo físicamente, también mentalmente. Tenía casi dos semanas muy intensas con mi hermana y como yo soy la mayor tenía no solamente el poder sino también mucha responsabilidad. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad....