Este ha sido un mes de muchos cambios. Para empezar, terminé mi segundo seminario (que por desgracia tuvo que ser por Zoom) y mi curso de alemán (también en Zoom) en la misma semana. Por un lado, me sentí aliviada de no tener que pasar tanto tiempo delante del ordenador, pero por otra parte me dio la sensación de que mi voluntariado estaba terminando, lo cual me da un poco de miedo. Sé que quiero quedarme una temporada más en Leipzig, así que también he dedicado mucho tiempo a buscar empleo en algo relacionado con idiomas y con traducción, e incluso he tenido un par de entrevistas telefónicas en alemán bastante buenas, de las cuales estoy bastante orgullosa. Sin embargo, sigo buscando.
En cuanto al trabajo en el museo, seguimos yendo solo dos días a la semana, pero al menos la cantidad de visitantes va aumentando. Por lo demás, todo como siempre, salvo que siento que son más estrictos conmigo, sobre todo un par de compañeras, que me señalan cada fallo que hago y en ocasiones me hace sentir algo mal. Aunque es mi culpa, que a veces tengo despistes.
El resto del tiempo lo he pasado disfrutando de la ciudad con mis amigos. La actividad que más he repetido sin duda ha sido ir a tomar el sol y a bañarme en los lagos. Además, hemos visitado algunos lugares de alrededor de la ciudad, hemos ido a algunos cines al aire libre, a alguna Küfa (locales en los que voluntarios cocinan y por entre 3 y 5 euros de donaciones te dan un plato riquísimo, algo que se hace mucho en Leipzig y donde la gente joven se reúne) y ¡también fuimos a nuestra primera fiesta ""tras"" el Covid! Una fiesta al aire libre muy pequeña, pero que se sintió casi como un sueño tras tanto tiempo sin bailar y tomarse unas cervezas.