Un dragón, siete rosas y un montón de enanos-Mateo Quevedo-SVE en Polonia

¡Hay que ver! Que rápido pasan los días, ya llevo cinco meses en Łódź y se acerca el ecuador de mi voluntariado. No obstante, no estoy perdiendo el tiempo para nada. Febrero puede ser el mes más corto del año pero sin duda ha sido el más intenso hasta ahora ya que no he parado ni un solo día. Veamos qué es lo que hemos hecho:

El mes empezó de manera inmejorable: la primera visita de mis amigos, algo que esperaba con mucha ilusión. Fue un fin de semana intenso donde recorrimos sin descanso Łódź y Varsovia, descubriendo nuevos rincones de ambas ciudades y degustando la cocina polaca: pierogis, los crepes de Manekin, la comida casera de un Milk Bar....y se culminó de una manera muy asturiana: disfrutando juntos del derbi asturiano, de vuelta al Carlos Tartiere tras tantos años; desde un portátil en un hostel de Varsovia, eso sí.

 

Sin un momento de descanso, la semana siguiente aguardaba uno de los eventos que más tiempo llevaba esperando: Cracovia. Junto a dos de los mejores amigos que he conocido en este país, me embarque en un viaje inolvidable a una ciudad preciosa. Es difícil resumir todo lo vivido en ella: la Plaza del Mercado, el Castillo de Wawel y su dragón, la inmensidad de las minas de salde Wieliczka pero, sin duda, la guinda a este fin de semana fue el reencuentro con todos aquellos amigos que hicimos en nuestro On Arrival Training en Varsovia. Nos acogieron de la mejor manera posible y fue estupendo comprobar que el buen ambiente de aquellos días se mantiene y se comparte con todos los otros voluntarios que conocimos durante esos tres días.

 

  

La semana siguiente fue, por fin, un poco más relajada, puesto que no me moví de Łódź. Sin embargo, para mí y otros voluntarios, supuso asistir por primera vez a eventos organizados por la ESN (Red de Estudiantes Erasmus), una oportunidad perfecta para conocer un montón de gente de todas partes y pasar una estupenda velada, ya sea una sucesión vertiginosa de citas a ciegas (literalmente, ojos vendados), un Pub Quiz (igualito que en La Corrada, en Gijón) o un evento de cine local.

Otro evento a destacar este mes fue la visita que mis compañeros de piso y yo realizamos al, atención al nombre, Zespół  Szkół  Ponadgimnazjalnych nr 20 w Łodzi, un instituto local donde los estudiantes vendrían a cursar el Bachillerato Tecnológico de nuestro país. Fue una gran oportunidad para mostrar a jóvenes polacos en que consiste el voluntariado europeo y la maravillosa experiencia que supone. Asimismo, pudimos compartir con ellos parte de nuestra cultura española, italiana y turca. La presentación fue todo un éxito y ahora nos llueven las llamadas de otros institutos. Nuestra coordinadora, Ula, bromea con que tendremos que empezar a firmar autógrafos.

 

Por último, pero no menos importante, Febrero concluyo con un viaje muy personal: 24 horas en solitario en Wrocław (Breslavia). Este acontecimiento supuso algo especial para mí, ya que estuve a punto de irme de Erasmus a esta ciudad durante mis estudios universitarios, aunque finalmente el destino (o mejor dicho, la incompetencia de la asociación responsable) se interpuso en el camino. Gracias a esta breve expedición pude conocer otra ciudad mágica, llena de encanto y de enanos. Y como olvidarme del maravilloso gulash, estofado que ya había probado en mi querida Budapest, pero cuya variante polaca, servido en un enorme pan, es aún más delicioso...

  

 

Bardzo dobrze, esto es todo por ahora. No puedo esperar a ver qué es lo que me depara la segunda mitad de mi EVS. Hasta ahora está saliendo todo a pedir de boca. ¡Nos leemos!