Cześć! Jak tam? Estos últimos dos meses fueron una locura y reconozco que deje de lado esto de escribir, przeprasam. Ahora que por fin me siento tranquilamente a organizar mis fotos y rememorar anécdotas, me gustaría haceros un breve resumen de mis últimas aventuras por aquí. Abril comenzó de la mejor manera posible: el "mid-term training" por fin estaba aquí.
Curiosamente, el día antes de empezarlo, apenas estaba ilusionado. Las ganas y el nerviosismo previos al "on-arrival training" en Varsovia se habían esfumado y en su lugar apareció un sentimiento más estoico. "No será igual, fijo que no me lo paso tan bien o que el grupo no es tan increible como aquella vez" pensaba. Nada más lejos de la realidad. La experiencia en Toruń, una preciosa ciudad a orillas del rio Vístula, fue inolvidable. El buen tiempo nos sorprendió a todos, concediéndonos la oportunidad de disfrutar de agradables paseos por el casco antiguo comiendo un helado; las actividades al aire libre resultaron muy entretenidas y, por encima de todo, los amigos que conocí durante esta semana fueron geniales. Tanto es así que algunos ya me han visitado en Łódź y en mis futuros planes se encuentran varias visitas planificadas para encontrarme con algunos de ellos.
Al termino del mes, en Polonia tuvimos unas minivacaciones de 10 días, que mi compañero de piso Carlo y yo aprovechamos para viajar juntos a Praga, una ciudad que ya conocía de un viaje anterior que hice en 2015 pero eso no me impidió disfrutar de una buena experiencia combinando castillos, paseos y cerveza a la vera del Moldava. Posteriormente, me desplace en solitario a Bratislava, donde aproveche para visitar esta pequeña ciudad y sus encantadores alrededores antes de poner rumbo de nuevo a Polonia.
A finales de Mayo por fin pude realizar uno de los viajes que más ganas tenía de hacer desde que llegue a este país en Octubre: su costa. Aprovechando un pequeño puente, viaje a Gdańsk, la mayor ciudad polaca a orillas del Mar Báltico. Mis expectativas eran muy altas y, afortunadamente, no acabe defraudado. La ciudad es ciertamente encantadora, con un casco antiguo muy bien cuidado y repleto de edificios singulares que te incitan a caminar mirando hacia arriba todo el rato cuando estas caminando por su abarrotada calle principal. ¿Y qué decir del mar polaco? Sin duda alguna la mayor sorpresa que me he llevado este año: ¡¡el agua apenas tiene sal!! Si me hubieran dicho que aquello era un lago de agua dulce, me lo hubiera creído. Un verdadero placer poder nadar entre las olas sin terminar con la boca y los ojos irritados.