Primer mes en Leipzig- Luzia Carrero desde Alemania

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Ahora mismo estoy escribiendo esto mientras superviso la segunda planta del museo Mendelssohn donde actualmente realizo mi voluntariado desde hace tres semanas. El museo es pequeño y no suele venir demasiada gente (salvo días concretos), así que siempre tengo algo de tiempo para leer o escribir cuando me toca esta tarea. Siempre que estoy trabajando pienso en llegar a casa y charlar un rato con Mada (rumana), Clara (francesa) y Vlad (bielorruso), mis compañeros de piso, mientras cenamos antes de irnos a dormir. Cuando llegué al piso no tenía muy claro si encajaríamos del todo, pero definitivamente nos hemos hecho muy buenos amigos y en poco tiempo hemos compartido muy buenos momentos como el que voy a contar a continuación.

El viernes de la segunda semana en Leipzig fue el cumple de Clara y cenamos los cuatro en casa quiche y galletas que hicimos entre todos. Estábamos algo tristes porque nos habíamos quedado sin entradas para Molchat Doma, un grupo de Bielorrusia que me gusta mucho y que un día les enseñé y les gustó y queríamos ir a ver. Mientras cenábamos, Vlad se puso a buscar al cantante en Facebook y no sabemos muy bien qué le dijo en ruso, que al final acabamos en la "guest list" y casi nos da algo. De la emoción ni nos comimos las galletas.

 

Quedaba una hora para el concierto. Yo estaba en mi habitación cambiándome de ropa y por un segundo pensé que era todo una broma y que yo era la única ingenua que se lo había tragado, pero para nada. El concierto era en UT Connewitz, al sur de la ciudad. Ahora convertido en discoteca, había sido un teatro (de 1912 acabo de leer en Wikipedia) y ahora tenía una pinta muy decadente, pero muy guay. Pronto se llenó de gente y comenzó el concierto, que fue increíble. Al acabar, apareció el cantante por ahí saludando a gente, así que nos acercamos para darle las gracias por colarnos. Me hizo mucha gracia ese momento, pero a la vez mucha vergüenza porque seguramente pensaría que éramos unas locas.

 

Ahora guardo este recuerdo con mucho cariño, al igual que mis compañeros, con los que a veces aún hablo de la gran noche que pasamos bailando en aquel lugar. Sin duda un inicio de estancia genial en Leipzig.