Ahojte všetci! Antes que nada, siento haberme saltado la entrada sobre el mes de abril, pero se me complicó la vida y decidí juntarlo con mayo. Debería funcionar, total, ni que tuviera siempre mucho que contar...
Estos meses he tenido doble visita familiar. Primero vinieron mis padres, a principios de abril. En realidad se alojaron en Viena, no en la ciudad en la que yo vivo y esas cosas (prioridades). Me quedé con ellos dos días en los que vi partes míticas de la ciudad que por algún motivo todavía no conocía, como Schönbrunn y Belvedere, donde por fin pude ver El Beso de Klimt. Y a mediados de mayo mi tía hizo un viaje centroeuropeo exprés con una amiga suya, visitando Budapest (donde me uní a ellas para también tachar los últimos sitios de la lista: Isla Margarita, los baños Szechenyi y el Szimpla Kert), Viena y Bratislava (justo a tiempo para nuestra fiesta internacional de Eurovisión).
A mediados de abril viví una semana muy española: un día nos juntamos varios voluntarios españoles para organizar una gymkhana de juegos y comida típica en un colegio de Bratislava (no me habléis de adolescentes), y otro día Óscar y yo hicimos un viaje exprés a Prešov para hacer una presentación sobre nuestro país en el centro juvenil en el que trabajan dos voluntarios de nuestro grupo. Al final la centramos en "Controversias en España"; os podéis imaginar el éxito.
Y a finales de abril-principios de mayo me hice el viaje de mi vida a Moscú, San Petersburgo, Tallín, Helsinki y Riga... pero eso me daría para otra entrada.
En Bratislava empieza a apretar bastante el calor, llegando a 30º algunos días. Lo intentamos combatir con helado, picnics en los parques o visitas al lago, pero como buena asturiana estoy sufriendo y tiemblo por lo que me queda. (Sí, me voy a quejar del tiempo en todas las entradas de este blog.)
En muchos aspectos ya parece el principio del fin, porque aunque aún me queden 2 meses enteros (me voy el 31 de julio) varios aspectos de lo que había sido mi vida aquí hasta ahora ya están acabándose. Por ejemplo, el curso de eslovaco, que me ha acompañado desde septiembre, ha llegado a su fin, con examen y certificado final incluidos. (Ahora puedo decir que tengo un A1 en eslovaco. Tiembla, mundo laboral.) Ahora mismo tenemos de visita a mis alemanas por última vez; en un par de días celebraremos el final de nuestro curso de baile; el domingo empezaremos el seminario de evaluación con nuestra coordinadora, y mi compañera de habitación se marchará poco después.
Así que es hora de ir cumpliendo los últimos objetivos de mi lista y explorando los últimos rincones de la ciudad. Parece mentira todo lo que me queda por ver tras 9 meses aquí... creo que el otro día encontré por azar mi parque, mirador y barrio favoritos, y en la Noche de los museos pude visitar 4 galerías de arte y fotografía en las que aún no había estado. Y a la vez el fin de mis rutinas es el momento perfecto para probar otras cosas y amenizar el tiempo que me queda. De momento han sido teñirme el pelo, empezar a tocar el ukelele y a clases de lindy hop. Ah, y un día me tiré de un puente.
¡Nos vemos en verano!