Desde el momento inicial Kraków me pareció una ciudad fantástica, llena de oportunidades. El comienzo fue muy suave y relajado, trabajando exclusivamente online y sintiéndome arropado por los otros voluntarios.
Posteriormente vino el invierno, bastante duro en cuanto a la temperatura pero más especialmente en cuanto a las horas de sol, las cuales aprovechameos de la mejor manera posible haciendo rutas siempre que teníamos tiempo libre y fiestas en casa con mis compañeros de piso que son un amor. A comienzos de Febrero comenzamos a trabajar de manera presencial en los centros respectivos y concretamente en los dos que me corresponden a mi estoy muy contento.
Los niños tienen una manera muy agil de comunicarse cuando necesitan cualquier cosa, y el hecho de contar con una profesora particular de polaco ayuda bastante a la hora de entender cosas básicas. Vamos a su casa una vez por semana los martes a las ocho y cuarto de la mañana, Dominika nos recibe con té o café y comenzamos la lección que ella se encarga de hacer amena y divertida.
Ahora por fin se vislumbra el principio de la primavera y con ella se avecinan nuevos proyectos. A pesar de que probablemente volvamos a trabajar online y de que hayan vuelto a cerrar museos y etc., el solo hecho de que oscurezca más tarde y haga más sol siempre te pone de mejor humor.
En mi vida personal me he apuntado a un coro donde estoy conociendo a mucha gente maja y local, lo cual está bien. A pesar de la endogamia propia de los voluntarios, me las apaño para salir un poco de esos círculos y a veces poder tomar conciencia de la realidad de la sociedad polaca, donde siempre te encuentras personas que valen la pena.La semana pasada vino a visitarme un amigo de españa que tiene aquí a parte de su familia y juntos alquilamos un coche y nos fuimos de viaje a Varsovia, una ciudad espectacular y cosmopolita, llena de parques y zonas verdes a la vez que rascacielos y modernidad.