Hola, buenos días, o como se diría en polaco: "Dzień dobry". Me llamo Mateo Quevedo Montes y soy un gijonés de 25 años que desde hace un mes está cumpliendo uno de sus sueños: formar parte del proyecto Erasmus, en este caso concreto en Łódź, Polonia. Espero que este sea la primera página de una serie de entradas acerca de mis aventuras y desventuras por tierras polacas. Sin más dilación procedo a comentaros un poco como han sido mis primeros 30 días aquí.Quisiera empezar hablando de mi proyecto: mí cometido aquí consiste en colaborar como profesor en un colegio primario, con alumnos que van desde los adorables 6 años de edad y sus continuos abrazos; hasta los más rebeldes de 13 que no callan ni debajo del agua. Como os podéis imaginar, es una completa locura: voy de aula en aula, ayudando a los profesores de inglés, participando en diversos juegos y manualidades, e incluso llevando a cabo mis propias lecciones de español. A pesar de que apenas tengo manera de comunicarme con la mayoría de mis alumnos, es un trabajo absolutamente genial y da gusto levantarse cada mañana para recorrer los 45 minutos en tranvía que me separan del colegio.
En segundo lugar, quisiera hablar de Łódź, la ciudad en la que me encuentro. Cuando se habla de Polonia, lo normal es mencionar únicamente a Varsovia y Cracovia (mismamente, yo ignoraba la existencia de Łódź hasta que me interese por este proyecto); sin embargo, esta ciudad es la tercera en importancia y población y posee una atmosfera muy atractiva. La influencia de las universidades insufla de vida sus calles, especialmente Piotrkowska, su avenida principal, repleta de tiendas, bares y rincones secretos por descubrir. Lamentablemente, al poco de mi llegada el frio centroeuropeo hizo acto de presencia, lo cual unido al cambio horario nos deja muy pocas horas de luz para aprovechar debidamente el día. No obstante, Łódź sigue ofreciendo todo un abanico de actividades por realizar y estoy seguro de que con la llegada de la primavera sus enormes parques y bosques supondrán una oferta irresistible para pasear y realizar picnics.
Por ultimo, pero no menos importante, quisiera hablar de mis compañeros de voluntariado. Esos que hacen de la experiencia Erasmus algo totalmente único e irrepetible, formando un ambiente multicultural plagado de diversas lenguas, costumbres y nacionalidades; tan diferentes como sorprendentes. Por un lado, mis 3 compañeros de piso (una chica turca, un italiano y otra española), con los cuales uno nunca se aburre: desde formar un tándem para mostrar canciones patrias tan clásicas como "La Mayonesa" o disfrutar de la cocina italiana más apasionada. Por otro, el resto de voluntarios aquí en Łódź provenientes de todas las partes de Europa y que siempre están disponibles para conocer la ciudad, tomar una cerveza o, porque no, salir de fiesta por las numerosas discotecas polacas.
En fin, este podría ser un brevísimo resumen de mi primer mes como voluntario en Łódź. Espero haberos convencido de que, si alguna vez tenéis la oportunidad de uniros a un proyecto EVS; no lo dudéis y os lancéis a una experiencia inolvidable. Hasta la próxima entrada.