Parece mentira pero ya estamos a principios de junio. Sin darme cuenta cada vez pasa más y más deprisa el tiempo, y es que con la llegada de la luz este país cobra vida. Después del largo y frio invierno, en el que estuve dos meses practicamente sin ver el sol, hace un mes que no tenemos noches. Sinceramente, ¡me encanta! Vale, hay días que cuesta mucho irse a dormir cuando fuera hay tanta luz y a las 5 me despierto pensando que son las 9, pero es impresionante ver como se pone y vuelve a salir el sol en cuestión de menos de una hora.
La actividad en Eskola Talo también se ha vuelto más relajada y se agradece.
Hemos pasado de no tener tiempo ni para ir al baño a unos horarios más
relajados ¿El motivo? ¡Las vacaciones! El colegio se acabó la semana pasada
(por lo que el educador de allí se ha incorporado a la guardería) y muchos
peques tambén se están cogiendo vacaciones.
En este mes hemos salido a dar pequeños paseos por el bosque, a ver pájaros y a
jugar al béisbol. Aunque al final no me incorporé realmente a la actividad del
colegio (era necesaria en la guardería), tuve la oportunidad de participar en
la excursión de final de curso. Cinco de los seis estudiantes, el educador, un
padre, Olaya y yo marchamos hasta Kusamo. Salimos el martes 31 por la mañana y
depués de 500 km en coche llegamos a un precioso sitio al norte de Finlandia y
casi en la frontera con Rusia. Allí el plan era hacer una ruta bastante
sencilla de 12 km, con puentes colgantes, refugios para viajeros y sitios para
hacer parrilladas al lado del lago. Una preciosidad de lugar la verdad. No lo
pude ver entero porque uno de los niños, el pequeño de 7 años, se empezó a
encontrar mal. Era de esperar ya que no está habituado a hacer ejercicio y el
ritmo del paso era demasiado fuerte para él. Viendo la situación, y que aún
quedaban unos 8 km por delante, decidieron que me volviese con el pequeño,
retrocediendo un par de kilómetros y tomando allí un atajo por el bosque hasta
el final de la ruta, donde nos encontramos con el grupo al cabo de un par de
horas. La verdad es que me dió pena no ver entera la ruta pero igualmente lo
que vi era muy bonito. Lo más complicado no fue encontrar el camino, sino tener
que explicar al crio, en finés, que no me estaba equivocando de camino para
volver a la cabaña, sino que íbamos al punto de encuentro. Yo y mi finés estilo
indio jajaja.
Al día siguiente comenzamos el camino de vuelta, parando a medio camino a comer y el grupo fue a un zoológico. Esta vez me abstuve de la actividad por decisión propia ya que estoy en contra de los zoos (decisión que respetaron por completo) pero a cambio descubrí una ruta preciosa al rededor del mismo en el que cada 500 m había una recreación del hábitad de un animal autóctno, e información en finés, inglés y ruso. Tras esa pequeña parada de un par de horas retomamos camino, habiendo conocido un poquito más del país y compartido bonitos momentos con los y las niñas.
Por último, el finde semana pasado me invitaron a una fiesta underground en medio del bosque. ¡Si! en medio de la nada, al lado de una casa abandonada, con una mesa de DJ, una parrilla portatil, colchones en el suelo, gente bailando descalza, mucho repelente para los mosquitos y luz solar constante. Esto solo puede pasar aquí.
Bueno, con este super "resumen" me despido hasta el próximo blog. Por lo pronto, me voy a echar una mano colocando leña, esa que nos mantuvo calientes todo el invierno en casa