15.10.2018 - 21.10.2018
Por fin tengo cosas que contar sobre lo que hice en Asturias. Normalmente solo hago cosas interesantes cuando viajo a otras ciudades, pero esta semana fue diferente, me quedé en Asturias y sin embargo viví aventuras....
Ellas empezaron el viernes, como siempre. Loïs y yo teníamos el día libre más o menos porque fuimos al jardín botánico. Nuestra mentora trabaja allí y nos dio entradas gratuitas. Así que fui por tercera vez al jardín botánico y como las otras veces el cielo estaba lleno de nubes. Creo que tengo una maldición porque siempre es así conmigo. ¿Qué me pasa?
Este cambio del ritmo me confundió mucho al final porque todo el día pensaba que era sábado. ¡Qué realización más bonita cuando me acordé que era viernes! Loïs y yo fuimos fuera y por casualidad vimos que la iglesia San José estaba abierta y los dos entramos por primera vez. Me da un poco de vergüenza que entrara por primera vez, en una iglesia que hemos visto un montón de veces, después de casi ocho meses. Pero honestamente no nos perdimos nada. No es nada especial...Estábamos un poco decepcionados después de todo este tiempo con toda esa intriga.
Bueno el sábado no fue muy emocionante porque pasé casi todo el día en casa, hablando con mi hermana. Va a venir el lunes y hablamos de todo lo que queremos hacer y sobre todo yo quería saber que comprar para ella. Entonces la única cosa que hice todo el día fue ir de compras. Pero me gustó hacerlo porque pensé en ella y en nuestras vacaciones juntas y me hizo muy feliz.
El domingo por fin vi cosas que no podrían ser más asturianas: las minas. A Loïs, mi querido compañero de piso, le encantan las minas y quería ver algunas aquí, cerca de Gijón y me invitó a ir con él. Aunque este tema no es mi pasión, Loïs sabe mucho y yo sabía que aprendería bastante. Además como él, yo también vengo de una familia de mineros, por eso lo acompañé. Y así podría ver un poco más de Asturias.
Cogimos el tren al campo y pasamos todo el día allí, en los pueblitos, mis primeros en Asturias. De verdad no sé qué opinar de ellos. La mayoría del tiempo me sentí como en un pueblo fantasma. La razón es que todo el mundo está en los bares. Digo bares pero en realidad había un bar por cada pueblo. Entramos en uno de ellos y no sé qué le pasó a la gente. Tenía la impresión de que todos estaban dentro, gritándose con toda su fuerza. Madre mía, el ruido no me dejaba pensar. Además olía malísimamente allí con toda la sidra y suciedad en general en el suelo. No os podéis imaginar el alivio cuando salimos del bar con los bocadillos, oyendo nada excepto el silencio que es característico de un pueblito.
Al final del día vimos 3 minas. Loïs os va a contar que no eran minas, sino pozos mineros pero para mí no suena muy impresionante: Vimos tres pozos en un día. Por eso me agarro a: vimos tres minas en un día.
Cuando llegamos a casa estábamos agotados no solo del largo camino largo sino del calor también. ¡Hizo un calor increíble! ¿Qué ha pasado con mi fría Asturias? Casi me fundí. Ya no es normal, hombre, estamos en octubre. El sol no tiene nada que ver con el otoño.
Después de esa experiencia rara en los pueblos sin tiendas, gente gritando en bares sucios, estoy muy contenta de estar en Gijón otra vez... hogar, dulce hogar.