El mes empezaba con una excursión de un día a Hamburgo, con el objetivo de conocer una ciudad más en Alemania y de experimentar un viaje sola y así conocer más sobre mi misma y acerca de cuáles son mis prioridades a la hora de conocer una nueva ciudad, ya que siento que este proyecto debe ser también introspectivo. Hice una visita guiada a la ciudad y un paseito en barco, también con guía, pero en alemán así que básicamente podría decir que no me entere de nada. Hamburgo es referencia por su cerveza, su gran puerto, el cual es referencia en el país y la ciudad quedó completamente destruida en la guerra.
A las semanas de este viaje mi amigo Ruben vino a verme, con prioridades claras: conocer Berlín, cruzar la frontera con Polonia e ir a Dusseldorf para el concierto de Harry Styles, del cual teníamos entradas desde hace un año. Así comenzaron mis vacaciones y pese a que fue agotador mantener este ritmo finalmente logramos visitar las paradas más importantes de Berlín, ir a Szczecin, en Polonia y llegar al concierto de Harry Styles en Düsseldorf, lo que fue un sueño cumplido y la Michelle de 13 años que escuchaba one direction en su habitación estaría gritando de la emoción después de esta experiencia. Y si pensais que esto es todo y que ya había sido un mes completito, dejame decirte lector, que aun quedan dos paradas: Mallorca y Lebensgarten, con una diferencia poblacional de 923.550 habitantes.
Después del concierto, y cuando digo después me refiero literalmente a la mañana siguiente, Rubén y yo cogimos un vuelo Berlín-Mallorca para celebrar allí el cumpleaños de mi hermana Azahara. Fue increíble, la comida, las playas, el tiempo en familia, las carreteras de montaña... Mallorca es preciosa, siempre y cuando huyas de los sitios turísticos como la pequeña Alemania (El arenal), la cual me sorprendió muy negativamente.
Para superar este bajón postvacacional, ya que fue difícil decir adiós a familia y amigos, decidí ir el pasado fin de semana con el ticket de 49€ al Lebensgarten, donde dos amigos están haciendo su proyecto. Se trata de una aldea de 50 habitantes cuya organización se basa en la sostenibilidad y la permacultura, en ella se cultiva fruta y verdura ecológica y además, cuenta con un sistema para recibir comida de los supermercados la cual va a expirar así como una sala para compartir ropa, juegos de mesa, zapatos y útiles en general. En ella disfruté de la tranquilidad, el tiempo con amigos alrededor de la mesa y los bailes comunitarios en la plaza del pueblo, los cuales se celebran cada mañana, manteniendo la sensación de comunidad y como activación para su población.
Y qué decir, siento que estos momentos, en los que te sientes cerca a los otros, son los que le dan más magia a este proyecto.
¡Veremos lo que nos depara el futuro ahora que llegamos a la recta final!