Aquí vamos con la entrada del mes de abril. Un poco tarde, pero espero que sepáis perdonarme.
Pues bien, abril en Finlandia ha sido... descorazonador cuanto menos jaja. Me explico: ¿alguien sabe cuánto puede durar un invierno en Finlandia? Pues yo no os sé responder tampoco porque desde el uno de noviembre no ha dejado de nevar. No me entendáis mal; la nieve es preciosa, y Finlandia nevada es de película, pero es que abril prometía sol y calor y el fin del invierno, y no ha pasado eso aún. El tiempo ha jugado todo el mes al despiste, y con mis sentimientos por tanto jaja. Unos días hacía sol y la nieve se iba derritiendo y ya podías ver la luz al final del túnel y de repente, ¡zas! En una sola noche caía la nevada del siglo y a desandar todo lo andado de nuevo. Así ha transcurrido abril, un continuo quiero y no puedo.
Pero abril ha tenido cosas súper bonitas e interesantes. He podido ver la semana santa finlandesa y he de decir que si tengo que elegir entre la española y lo que sucede esos días por aquí, me quedo con Eskola sin lugar a dudas. En Eskola (y toda la zona) hay una tradición pagana que, para ser totalmente sincera, me parece fascinante y turbia a partes iguales. Al parecer en su momento en toda esta región se practicó la quema de brujas. Y aunque es terrible y horroroso, de aquello ha quedado la tradición de hacer, cada sábado Santo, una hoguera y quemar en ella a una bruja (tranquilos, es un muñeco nada más). ¿Pero a que ahora entendéis lo de turbio?
Pero la parte más bonita de estas costumbres de pascua es lo que suele serlo en todas las fiestas: los niños. Los más pequeños, también en este sábado Santo, se visten con trapos, pañuelos y ropa vieja para disfrazarse de brujas (tanto niños como niñas) y van de puerta en puerta recitando un conjuro para recibir caramelos y chocolates. A cambio, ellos te recompensan con una ramita adornada de plumas de colores. En Eskola talo, los niños de la guardería, una de las profes y yo fuimos a visitar al centro donde se reúnen las personas mayores del pueblo. Los niños cantaron canciones, recitaron el conjuro, repartieron palitos con plumas y se llevaron, por supuesto, un buen botín de dulces, chocolate y zumos.
Pues hasta aquí la crónica de abril. No hay mucho más que contar, solo esperar a que el sol aparezca y con él la esperada primavera.
¡Hasta pronto!