Hace dos semanas, el 7 de abril - por fin - llegó el día, en que viajé a Barcelona para visitar a una compañera de fútbol que hace un Erasmus allí. No duró mucho y yo estaba enamorada de Barcelona. Salí del autobús con mis gafas del sol en Plaza de Cataluña y estaba impresionada: un tiempo maravilloso, las calles llenas de gente y yo en el medio. Me gustó mucho la atmósfera en Barcelona: la vida ocurre en las calles.
Por eso solo caminé por las calles sin un destino exacto. Me perdí en las calles con tiendas pequeñas, balcones bonitos y arte de las calles. Vi la Manzana de la discordia que tiene conexión con la boda de Peleo y Tetis y que representa la rivalidad entre arquitectos. Su arquitectura y la de la Casa Milà que también es una obra de Gaudí, me encantan. Nunca vi edificios tan adornados y con tantos detalles. Luego visité la Basílica de la Sagrada Familia que sigue estando en obras, pero sin embargo estaba fascinante: es enorme y tiene muchos detalles. Aunque todo estaba tan bonito, me faltó alguien con quien pudiera hablar. Mi compañera, Eyleen, tuvo que escribir un examen y no tenía tiempo para mi. No me gusta ver una ciudad y sus edificios en silencio, me gusta comentar que lo vi y tal. Con Eyleen y algunos de sus amigos terminamos el día con un Aperol en su bar favorito.
El viernes quedé con Carmelo, que conocí en Gijón, pero se fue a Barcelona con su frisbee. Fue muy guay verle de nuevo e intercambiar nuestras experiencias. Juntos visitamos Park Güell, un parque muy bonito y con vistas preciosas. Después pasamos por Casa Vicens, la catedral, el Arco De Triunfo y el Parc De La Ciutadella, en el que dimos de comer a las aves. La tarde la pasé con Eyleen y sus amigas en la playa y para ver la puesta del sol subimos a los Búnkers del Carmel. Hicimos un pic-nic allí, sin una bonita puesta del sol, pero con una vista increíble. Hubiera estado sentada allí toda la noche pero bajamos para vivir la vida de la noche en Barcelona. Pienso que los Búnkers son mis lugares favoritos en Barcelona.
Al día siguiente pasamos por La Rambla y el Mercado de la Boqueria antes de visitar el Recinto Modernista de Sant Pau. Después de servir durante un siglo como hospital público, sus pabellones rehabilitados lucen hoy en todo su esplendor. Visitar este conjunto arquitectónico tan excepcional fue una experiencia única. Luego subimos a la montaña del Tibidabo. Para mí ese lugar es el lugar más raro en Barcelona: arriba hay una iglesia y un parque de atracciones. Luego vimos a Font Màgica para ver sus luces de la noche. Fue un momento muy tranquilo con música clásica.
Porque a Eyleen le encanta correr tanto como a mí, corrimos por Barcelona juntas. Fue muy guay porque siempre quería correr con Eyleen e hizo mucho calor y vimos el puerto y las playas. Si no hubiéramos corrido, no hubiéremos tenido tiempo para ver todo. No fue demasiado deporte por ese día, por lo que subí al Montjuïc. Las vistas de allí - increíbles.
Y el lunes - la vuelta a Gijón.