En abril, aguas mil!-Maria Menéndez-SVE en Hungría

Más vale tarde que nunca, y todavía más si es para hablar de abril, un mes que vino cargado de muchas aventuras.

Cuanto más tiempo pasa, más rápido va todo, y de eso me di precisamente cuenta en el mid-term, durante la primera semana del mes. Pasamos cuatro días bastante intensos en Visegrád, no solo fue una oportunidad única para conocer la que fue capital de Hungría durante gran parte del siglo XIV, sino que también aproveché para disfrutar del paisaje, lo más parecido que tiene este país a cualquier tipo de montaña, sin olvidarnos del Danubio.


                                                 
Acabado el mid-term, y con la sensación de que ya tengo más EVS a mis espaldas de lo que me queda por delante, era hora de preparar la mochila para dar oficialmente la bienvenida a la primavera. ¿De qué manera? Pues en plena naturaleza en Eslovaquia: primero una pequeña parada en Kosice y después trekking en un parque nacional, tras esto ya teníamos las pilas recargadas para más emociones.
                                                 

Basta que lo diga al principio del post para que así sea: cuanto más tiempo pasa, más se acelera todo; casi una semana después de dejar Eslovaquia y sus montañas ya estaba preparando la mochila de nuevo para salir en busca de nuevos horizontes, esta vez en Eslovenia.
Liubliana nos recibió con lluvia, ojo, no con orbayo sino con una lluvia hostil que creó verdaderas piscinas en nuestros zapatos. Eso sí, en cuestión de 24 horas la ciudad gris y vacía que nos recibió, se convirtió en una ciudad acogedora y llena de gente.

                                                  

Y como los viajes en grupo siempre son imprevisibles..."-¿qué hacemos mañana? -¡oye! ¿y si vamos a Italia ya que estamos por aquí cerca?", pues a Italia que nos fuimos. Solo un día, pero el tiempo suficiente para disfrutar del sol en Trieste, con pizza y helado de por medio.
En abril, aguas mil, dicen. Y sí, hubo aguas mil, pero también varios récords en lavar la ropa y preparar la mochila entre viaje y viaje, merecedores del Guiness de los Récords, u horas de tren interminables por las llanuras húngaras y entre países de nombres demasiado similares.
El tiempo se acelera...

 

¡La aventura continúa!