Prepararse para pasar un año como participante del Servicio de Voluntariado Europeo ha sido relativamente fácil. Pensaba que siendo del norte de España, todo lo que tenía que hacer era empaquetar mi ropa de invierno, mentalizarme de que el verano se había terminado un mes antes de lo habitual, y asumir que los inicios serían duros, como corresponde a cualquier etapa de cambio. Puede decirse que aunque con ilusión, mi mentalidad era más bien tirando al pragmatismo, porque aunque toda la información que tenía hasta la fecha sobre la City of Dublín YMCA (mi organización de acogida) y el proyecto que voy a desarrollar en el departamento de Communications & Fundraising aparentaba interesante, no se me escapaba que cambiar de maceta siempre tiene sus retos. A priori todo eran ventajas: tendría mi propio estudio, puerta con puerta con otros voluntarios SVE, en el edificio que la entidad tiene en el centro de la capital irlandesa. La labor que veía a través de Internet que desarrollaba la YMCA me parecía valiosa para la comunidad donde se ubica y yo iba a poder aportar mi granito de arena. Y hasta la fecha, todos los correos que había recibido de Joanne Ryan, mi jefa, o de cualquier persona de la ONG, venían llenos de apoyo y buenos deseos.
Pues bien, nada más poner un pie en el aeropuerto de Dublín ha ido todo sobre ruedas, y a una velocidad que no me podía imaginar. La propia Joanne me fue a recoger al aeropuerto y me dejó en la YMCA junto a otros voluntarios. Al llegar, había comida para resistir un par de días, hasta que pudiera ubicarme y hacer la compra. Apenas ha llovido en esta primera semana. De hecho, he podido hacer varias fotografías con el cielo azul para demostrarlo. Y una cosa que me ha hecho sentir como en casa: Si en Asturias se colapsan las autopistas en cuanto sale un rayo de sol un domingo de julio, ese mismo espíritu lo he visto aquí. En St Stephen's Green se montó una romería en toda regla este sábado, con música reggae incluida, ya que disfrutamos de un día espléndido.
No hace mucho calor, pero el tiempo dista mucho de ser el Mordor que yo creía que sería todo el año. Seguro que vendrá el invierno, pero para adaptarnos, hemos tenido mucha suerte. Aunque los voluntarios ‘mediterráneos' (Barcelona, Murcia y Ancona, en Italia) piensan que ya ha llovido muchísimo (no os queda nada - risa malévola ) yo os aseguro que de momento es ‘orbaying' (del asturiano, orbayar, lloviznar).
Por otro lado, en general me estoy defendiendo bien con el inglés y creo soy capaz hasta hacerme entender los chistes, aunque he tenido un par de incidencias por haber entendido mal algunas cosas sin yo percatarme. Pero todo el mundo se muestra muy comprensivo, dice que es normal - tienen mucha experiencia con voluntarios internacionales-, y nos aseguran que en tres meses no tendremos ya ninguna dificultad, así que habrá que hacerles caso y agudizar el oído.
Y hasta aquí el parte meteorológico. ¿Qué he descubierto sobre la YMCA en esta semana? Pues muchas cosas. Los nuevos voluntarios SVE hemos tenido varias reuniones con miembros de la ONG para conocer más acerca de qué hacen y cómo lo hacen. Mi primera impresión es que se trata de una entidad muy organizada y con una jerarquía clara. Mi primera tarea en la oficina ha sido organizar los turnos de los voluntarios para la campaña de Navidad, para que os hagáis una idea. La planificación y previsión es esencial para ellos, ya que los recursos son limitados, pero todo está encaminado a sacar el máximo partido al presupuesto. Presupuesto que por cierto, espero poder ayudar a incrementar este año, ya que es el principal objetivo del departamento donde coopero. Y es de vital importancia porque los fondos que se recauden se destinarán a programas como PAKT y STEP. Hace una semana solo eran siglas, pero ahora conozco lo que hay detrás.
PAKT (Parents And Kids Together - Padres e Hijos Juntos) es un proyecto en expansión que se hace cada vez más necesario debido a que las familias desfavorecidas de la zona tienen niños que en muchos casos no están atendidos como se merecen. En estas familias hay desempleo en el mejor de los casos, y alcoholismo, consumo de drogas y hasta violencia en el peor. Los lazos familiares se debilitan y ello resulta en la merma de las oportunidades de los jóvenes, que pagan con su futuro el fracaso de sus padres como progenitores y de la sociedad en general. Esto ocurre tanto en el centro de Dublín (a dos pasos del famoso Temple Bar) como en West Dublín, que visitamos también esta semana. Allí, barrios residenciales que han crecido de forma apresurada, sin desarrollar ningún tejido social (solo se ven bloques y descampados, durante kilómetros, ni un centro social, biblioteca, cafetería, nada) se convierten el caldo de cultivo ideal para que un chaval con problemas en casa pierda el rumbo. Y en ese punto interviene la YMCA, proporcionando actividades atractivas y formación integral que les den herramientas para sobrevivir en la jungla del ladrillo. Y lo hacen, en el caso del PAKT, involucrando a los padres en ello.
STEP, por otro lado, es el programa que sirve de segunda oportunidad a jóvenes que no obtuvieron la titulación básica. STEP se la ofrece, pero también junto a otro abanico de competencias digitales y personales, de modo que puedan cursar formación superior o encontrar un trabajo cualificado.
Otra vertiente de la YMCA es el Youthwork, que ofrece a los jóvenes un lugar donde socializar entre ellos y practicar deporte (también hay una Playstation y billar) en lugar de estar por la calle en actividades menos recomendables. Además, la YMCA Dublín emplea a decenas de personas provenientes de un programa público de empleo, del que obtienen experiencia y referencias que les ayuden a encontrar un nuevo puesto de trabajo al finalizar la etapa.
Y en el apartado de Social Enterprises (empresas sociales) están aquellas iniciativas que, aunque con vocación de servicio a la comunidad, tienen como objetivo servir de entrada de ingresos que paguen las nóminas de los empleados y sustenten los programas PAKT y STEP. Por ello la YMCA Dublín tiene en sus instalaciones un gimnasio abierto al público (que los voluntarios podemos usar gratuitamente, por cierto) y el Childcare, una creche (se pronuncia crash en inglés, lo que en español sería una guardería). A los padres sin problemas económicos se les cobra, pero hay plazas subvencionadas para familias que no tienen dinero para pagarlo. En la creche se cuida de los niños pero también se les estimula y enseña. Algo muy importante, ya que uno de los datos que más me impactado en estos días de presentaciones es el hecho de que existan padres que depositan a sus hijos a las 7 de la mañana en pijama y los recojan a las seis de la tarde, y todavía le pidan a los cuidadores que no les dejen dormir en todo el día, para así poder llevarlos del coche a la cama directos.
Sin duda a situaciones como esas tendrán que enfrentarse mis compañeros de SVE, destinados a trabajar en los programas directamente, ya que vienen del campo de Magisterio y Pedagogía y tienen experiencia con niños, pero mi trabajo aquí consiste en difundir esa labor y con ello conseguir financiación para que nada les falte a estos guajes, que me vais a permitir que los asturianice ya un poco. Unos padres que ejerzan de tales al cien por cien, que sería lo ideal, no está en mis manos ni en las de la YMCA dárselos, pero sin duda se puede hacer mucho para que la infancia de cientos de niños irlandeses merezca la pena, y como resultado, la sociedad que formen sea más justa.
Así que en ello estamos, y seguiremos informando...