El pasado mes de Diciembre, la rutina del colegio estuvo salpicada por diferentes fiestas, como la conmemoración de la independencia de Finlandia, la visita de alumnos de Italia y Rumanía que pasaron una semana con nosotros y la despedida a los refugiados y alumnos durante las vacaciones de navidad. Por un lado, los estudiantes se iban hacia sus casas con sus respectivas familias, y por el otro, los refugiados se iban hacia campamentos más grandes durante las tres semanas de Navidad. Allí, a algunos de ellos les esperaban habitaciones con hasta 14 personas por estancia. La despedida de navidad entre profesores y refugiados fue bastante emotiva, aunque fuese tan solo para 3 semanas. Algunos ojos brillaban más de lo normal mientras se repartían abrazos.
En lo personal, el mes de Diciembre, hasta la llegada de las vacaciones, ha sido seguramente en el que más he echado de menos algunas cosas de mi vida en Asturias, ya que después de un viaje por Finlandia en Noviembre donde estuve con diferentes voluntarios conociendo el país, no me he movido mucho, y a veces, sobretodo durante los fines de semana, el pueblo se hace un poco duro, porque el frío aprieta y el sol prácticamente no se deja ver.
Así que para romper la dinámica,
inicié las vacaciones de navidad con una fiesta de los profesores en Kalajoki,
donde fuimos a un concierto de un grupo famoso en Finlandia. Después me fui a
Eskola con "la profe" Alba, una de las españolas que realiza otro sve. Después
de 4 días viendo películas de miedo, me dirigía hacia la ciudad de Kemi.
Kemi, a 100 km del Círculo Polar Ártico...
¿Por qué más frío? Pues porque allí, la profesora de finés, me esperaba con su
familia (2 hijas, 5 caballos, 2 perros, 2 gatos) para pasar unas navidades
distintas a la finlandesa. y donde me sentí como en casa. No tengo ninguna duda
de que las próximas navidades me acordaré de aquellas que pasé tan cerca de la
casa de Papá Noel. Y probablemente por eso, y a pesar de que en la cena de
Navidad del colegio se apareció con su saco de regalos acusándome de haberme
comido a Rudolf!!!, recibí algunos regalos de Joulupukki.
De allí, me dirigí a casa de otra
profesora para pasar el día de navidad con su familia. Acabamos hablando de
política finlandesa y española, todo muy familiar. Después de eso, el plan era
ir hacia la ciudad de Oulu, segunda en población del país, para salir a conocer
la vida nocturna de la ciudad, pero mis fuerzas flaqueaban y con el viaje hacia
Helsinki en el horizonte decidí volver a la soledad de Raudaskyla durante un
par de días.