4. ¿Tallin?...¡Vámonos!
"Hei! Mitä kuuluu?" Seguro que muchos de vosotros estaréis pensando...¡¡Wow qué dominio del idioma!! Pues siento desilusionaros, pero no estoy ni de cerca de poder comunicarme en la lengua del reino del hielo.
Antes de aterrizar en Invernalia ya contaba que aprender este idioma no iba a ser nada fácil, pero si os soy sincera no tenía ni idea de lo que me esperaba. No es que sea complicado, es que es almost impossible.
Creedme porque no exagero lo más mínimo, la lengua de las criaturas de Mordor resulta infinitamente más fácil que este idioma. (Vale, tengo que dejar de ver el señor de los anillos).
Y es que el finés entre otras cosas se caracteriza por tener palabras ilegibles en las que aparecen letras como "Å" o "Ä", y no me preguntéis como se pronuncian porque aún no lo tengo del todo claro. Pero si a esto le sumas millones de "K", "R" y vocales juntas que le siguen, el resultado no es otro que un ridículo bochornoso saliendo de tu boca.
Con esto os podréis hacer una idea de como me desenvuelvo... Sí, desgraciadamente es justo lo que estáis pensando... la mitad de los mensajes que en un principio tendrían que llegar a mi, se pierden por el camino.
Con muchísima, muchísima suerte, algunas veces logro discriminar alguna palabra, así que en ese momento barajo dos opciones, una, que más o menos sepa por donde van los tiros y acierte lo que están tratando de decirme, o bien que me invente completamente el contexto del mensaje y termine por hacer justo lo contrario... No os voy a engañar, es la que sucede con más frecuencia...¡Horribilis!
Pero vamos a dejar mis fracasos lingüísticos a un lado y centrarnos en el título de este blog, TALLÍN.
Sí, como bien os estaréis imaginando, decidí pasar un fin de semana en la capital de Estonia, y aunque ya había oído hablar maravillas de esta ciudad, tengo que decir que aún así me sorprendió muy, muy positivamente.
Su centro antiguo medieval, sus calles estrechas con suelos empedrados y sus murallas que parecen guardar mil historias, hacen que esta ciudad tenga un encanto especial que no puedo describir con palabras.
Para llegar a Tallín decidimos coger un ferry desde Helsinki, el viaje no fue excesivamente largo y en apenas 2 horas y media cambiamos de país prácticamente sin darnos cuenta.
Además, esta aventura no pudo tener mejor comienzo y es que la capital finlandesa nos dio los buenos días recibiéndonos con un amanecer que parecía sacado de la revista"National Geographic", completely breathtaking!
Una vez pusimos un pie en Tallín, la ciudad hizo que nos teletransportasemos a la Edad Media. Restaurantes como Olde Hansa o III Draakon, se convierten en un stop obligatorio si visitáis la ciudad. La decoración y el vestuario de las "mesoneras" hacen que te sientas como el "prota" de una peli del medievo.
Nada de luz eléctrica, ni de cubiertos... Sólo comida típica y propia de la época, y alumbrado únicamente con la luz de velas y candiles ¡Recordad que estamos en la Edad Media!
Si es verdad que la ciudad es impresionante por el día, por la noche dobla su esplendor. El alumbrado de las calles, los puestos de flores alumbrados por candiles y el ambiente festivo en las plazas principales hace que la ciudad consiga tener un encanto aún más especial con la llegada del anochecer.
Las vistas desde lo alto de los miradores, la muralla medieval que protege el casco antiguo y la suerte de poder compartir esta ciudad con un grupo de personas increíble, hace que ya tenga en mente la próxima escapada.
¿Destino? Surprise, surprise...