14. Crónica de una maestra en Finlandia.
Heippa! Hace ya unos cuantos años que las palabras Educación y Finlandia parecen ir de la mano. Cuántas veces habremos escuchado cosas del tipo "el mejor sistema educativo es el finlandés", "en Finlandia los alumnos no pasan tanto tiempo en el aula", "se comienza con la lectoescritura a los siete años", "la educación es gratuita y accesible para todos"... Y siempre nos ha quedado la misma duda... ¿Verdad o mito?
Bien, después de un año en el reino del hielo y tras una búsqueda incansable de respuestas a todo lo anterior, podría decir que es VERDAD. Supongo que no todo es maravilloso y no es un mundo lleno de arco iris y unicornios... Pero en cierto modo cada cosa que he citado unas líneas arriba ocurre en este país.
Ahora estoy segura que todos y cada uno de los que estáis leyendo esto estaréis pensando... ¿y por qué no somos capaces de crear un sistema así en nuestro país? ¿cuál es el secreto de su éxito?, ¿qué han hecho para conseguirlo?
Bien, Welcome to my life! No sabéis la cantidad de vueltas que le he dado a este asunto, he preguntado a cada profesor con el que me he cruzado, a personas involucradas en proyectos educativos e incluso a los propios alumnos y después de mucho pensar he llegado a la conclusión que el secreto no es otro que la propia SOCIEDAD.
Queridos followers, la cultura finlandesa es una cultura muy diferente a la española, con unas manías, costumbres y aficiones completamente opuestas a las nuestras.
Otros puntos de vista, otra forma de hacer las cosas y al final, obviamente unos resultados un tanto diferentes. ¡El frío hace que discurran y no veáis de qué manera!
Pero vayamos a la cuestión, hablemos de mi cole de Eskola. No puedo evitar sonreír cada vez que pienso en este centro y en mis alumnos.
¿Por dónde podría empezar? Como bien sabréis los que seguís "el diario", este centro es un tanto diferente a lo que estamos acostumbrados. No es que no sea ordinario en España, no, no lo es ni en España ni en Finlandia.
¿Qué me diríais si os dijese que en primaria solo tenemos 6 alumnos, solamente 6 niños y niñas de edades entre 7 y 12 años que conviven en una misma clase?, ¿O que en infantil tenemos 18 alumnos de entre 1 y 6 años que se encuentran en un solo grupo?
¡Qué caos! ¿Cómo lo hacen? Esto es lo que suelo escuchar cuando cuento como es este centro y como funciona. Y no os culpo, es lo mismo que yo pensé cuando aterricé en lo que iba a ser "el sueño y reto de mi vida".
Supongo que poco a poco vas entendiendo el funcionamiento del centro y empiezas a ver como todas las piezas del puzzle encajan.
Eskola es un pueblecito pequeño, un pueblo de alrededor de 400 habitantes donde los vecinos están muy involucrados con el centro educativo y la educación de sus alumnos. Llevan años luchando para que este centro continúe abierto pese al escaso número de alumnos. Siguen apostando por su propia metodología y demostrando que otros sistemas educativos son posibles de llevar a cabo.
Por cada 4 niños en infantil contamos con un docente, mientras que en primaria un maestro guiado por las familias se encarga de la educación de los alumnos cuatro días por semana, dejando un día libre a las familias para que tomen la rienda del aula.
Mi cole está en el medio del bosque, no hay asfalto en las carreteras, algunos alumnos llegan en bicicleta, no tenemos timbres que marquen la hora de entrada o salida y nuestro patio es un parque que han construido los propios vecinos de Eskola y en el cual pasamos horas y horas.
El contacto con la naturaleza es algo esencial, por ello da igual que llueva, haga sol o estemos a -30, da igual, nos enfundamos en nuestras capas y capas de ropa... ¡y a tomar el aire!
Los paseos al lago o al bosque son continuos. ¡Qué mejor manera de entender el mundo que irnos a explorar nuestro entorno!
Conocemos a las madres, a los padres, a los hermanos, a los abuelos y si me apuras hasta al vecino de cada uno de nuestros alumnos. Las familias son miembros activos en el aula y aprovechamos al máximo cada recurso que tenemos. Que la madre de Konsta tiene una granja, un día nos convertimos en ganaderos y nos vamos a cuidar animales, o que la abuela de Oosi es costurera, ¿por qué no viene al cole y nos enseña a tejer nuestros propios calcetines?, ¿y qué me decís si la madre de Lasse es arquitecto?, no se hable más, planos sobre la mesa y a construir nuestra caseta de madera que se colocará en el patio.
Diferentes edades y dos grupos. Infantil, de 1 a 6 años y situado en la planta baja y primaria de 7 a 12 en el primer piso. Un total de 24 alumnos, por llamarlos de alguna manera porque para mi se han convertido en mis niños.
Me conozco sus manías, sus gustos y hasta la cara de... "Estoy pensando una trastada y a ver como me las ingenio para que no se de cuenta..."
Me conozco la pasión de Matilda por el rosa y las sirenas y su ansia por aprender más y más palabras en español, Iida y su lucha incansable por ponerse el traje de nieve cuando hace un sol que ni en Benidorm y por fin hemos superado los 20 grados, como Lauri tiene un miedo atroz a los truenos y a las tormentas, el sueño de Lasse por jugar en la primera división de baseball, Alma y sus nervios por los exámenes de matemáticas, Oosi y su pasión por los libros de aventuras, la habilidad y paciencia de Sara para hacer puzzles de millones de piezas o la sonrisa de Jesse cuando para merendar hay postre de chocolate.
Me conozco cada una de sus historias, de sus miedos y de sus sueños, supongo que porque el objetivo de este cole es ser una segunda casa y porque que en cierta medida hemos conseguido ser una gran familia.
La mezcla de edades es algo mágico. Es increíble ver como los pequeños aprenden de los mayores y los mayores de los pequeños. Es habitual ver por el pasillo como un niño de 4 ayuda a un niño de 2 a ponerse los zapatos, o cómo el de 11 escucha las historias que le está contando el de 5. Ver cómo se cuidan, como trabajan... Es algo con lo que no puedo evitar emocionarme al contarlo.
En infantil cada alumno posee su percha y su cesta donde guardar sus tesoros, sus ropas de cambio y sus zapatillas para sentirse como en casa.
Salir al patio y ensuciarse no es un problema, lo raro es no hacerlo. Descubrir el mundo conlleva mucho esfuerzo, muchos pantalones sucios y bolsillos llenos de piedras. Trajes de nieve que se pasan horas y horas secando en la secadora y botas de goma necesarias para pisar cada charco que encontramos en nuestro camino.
En definitiva, una escuela con la que siempre había soñado. Desde que empecé mi camino en este mundo de la educación estaba segura que otros coles y sistemas educativos eran posibles de llevar a cabo y gracias a esta experiencia he descubierto que no estaba equivocada.
¿Qué no lo tenemos fácil? Eso está claro, pero si algo he aprendido este año es que si deseas algo mucho, mucho, encontrarás la forma de conseguirlo. Que la palabra "imposible" deberíamos borrarla de nuestro vocabulario y que con esfuerzo y ganas se consiguen cosas increíbles.
Porque mi camino en Eskola se termina, no sé como será el adiós, seguramente entre lágrimas y sin suficientes clínex en el mundo para remediarlo. Pero supongo que esto no se termina aquí, vuelvo con ganas, ilusión, necesidad de cambios y mil planes rondándome por la cabeza.
Porque dentro de esas aulas hay personitas pequeñas pero MUY grandes. Solo espero que durante este año les haya enseñado al menos una cuarta parte de lo que yo he aprendido de ellos.