Diario de una Asturiana en Finlandia- Olaya Bayón- SVE en Finlandia

13. Solo backpacker... ¿Te atreves?

Heippa! Hace tiempo mientras esperaba mi vuelo en un aeropuerto, no recuerdo muy bien de donde, leí una frase en la portada de un libro que me hizo un click.

 "Haz algo que te asuste cada día".

Y no os imagináis la cantidad de cosas que me hizo replantearme aquello.

Me pareció una frase que en cierto modo me identificaba en aquel momento, pero que supongo que las excusas, excusas y más excusas que me contaba a mi misma no me dejaban llegar a hacerlo.

La cosa está clara, todos sabemos que si realmente queremos algo,  haremos todo lo que esté en nuestra mano para conseguirlo y si no es que realmente no nos importa demasiado. Da igual lo duro que sea, el tiempo que nos lleve o las vueltas que tengamos que dar para llegar a nuestro objetivo, da igual, al final, tarde o temprano lo vamos a conseguir, y si no es así, el hecho de haberlo dado todo para tratar de lograrlo, para mí eso ya se considera éxito.

Esfuerzo, dedicación y constancia supongo que son la clave de todo, pero que a veces lanzarse a la piscina sin saber muy bien si saldremos bien parados también tiene mucho que ver, al menos yo no lo dudo.

Hace un par de semanas, algo empezó a rondarme por la cabeza... ¡Peligro!

Viajar sola, interrail, backpacker... Es verdad que llevaba tiempo dándole vueltas al asunto, pero lo que os decía antes, excusas, excusas y más excusas, supongo para auto engañarme de que no podía hacerlo.

Como bien sabéis este año está siendo un "sí a todo", un "ahora o nunca", y un reto en todos los sentidos.

Necesitaba un change, así que no me lo pensé dos veces. Olaya coge la mochila y vete diez días. Sola.

El destino estaba claro... Polonia. ¿Por qué? No me lo preguntéis, es un país que lleva en esta cabeza rubia desde hace más de diez años, y lo que os decía, por mil y un motivos lo tenía un poco olvidado. Pero... pudiendo hacer unos cuantos stops para llegar hasta Varsovia, ¿por qué ir directos?

Estaba decidido, autobús hasta Helsinki, vuelos, trenes y voilá, ya estaba en la primera base, ¡Bremen!

¡Qué encanto tiene esta ciudad y como echaba de menos Alemania! Su cultura, sus mercados típicos, su currywurst y su sprechen Deutsch!

La catedral en el centro de la ciudad, el barrio de Schnoor con mil historias sobre sus antiguos habitantes, el molino de viento colocado junto al río y como no, sus cuatro músicos, ¡los cuatro músicos de Bremen! Famosos por el cuento de los hermanos Grimm y cuya estatua es una de las atracciones más turísticas de la ciudad.

 

Free tours son un "must" en mis viajes, no sólo porque siempre me encuentro con gente que es una apasionada de la ciudad, que te explican mil curiosidades y te descubren rincones que por mí misma nunca habría llegado a ellos, si no porque conoces a muchas personas de mil sitios diferentes que en el fondo tienen las mismas curiosidades y ganas de conocer la ciudad que tú mismo. Y no no vamos a engañar, eso de free atrae a cualquiera.

Aunque Bremen fue una ciudad perfecta para comenzar con esta escapada, no tenía tiempo a detenerme, mi tren con destino a Berlín, estaba a punto de salir. ¡Ay Berlín!

Berlín fue la ciudad que me acogió durante dos veranos mientras probaba suerte como Au pair en una familia alemana. Amor es lo que siento por esta ciudad y aunque me he recorrido sus calles millones de veces siempre es un placer volver a poner un pie en ella.

No pude evitar emocionarme al salir de la estación de tren y ver que volvía a estar allí, en la ciudad donde empezó todo.

De golpe y porrazo retrocedí dos años y me vi de nuevo pedaleando en mi bici con mi niña sentada en su sillita buscando parques y largos en los que pasar las calurosas tardes de verano.

Alexander platz, east Side Gallery, la isla de los museos, la puerta de Brandenburgo, el Reichstag... todo, todo estaba igual, tal y como lo había dejado.

Reencuentros con mi "familia", con amigos, con mis compis de kindergarten y sobre todo con mi niña rubita, la niña rubita más especial del mundo y de la que aprendí tantísimo durante 6 meses, la que aparece en mi cabeza cada vez que veo o escucho algo de Alemania y la razón por la que volver una y otra vez a esta ciudad.

Tras seis horas y un cambio de trenes, por fin pisaba sueco Polaco, Varsovia me esperaba para perderme por sus calles. Debo decir que las expectativas fueron mayores de lo que realmente me encontré.

Debemos darnos cuenta que Varsovia fue completamente destruida durante la II guerra mundial, por lo que encontrarse una ciudad con edificios históricos es un tanto complicado. Todo es nuevo, edificios modernos y que no guardan nada de esa "magia" que pueden tener otras ciudades. Pero que sin embargo la historia que tiene detrás hace que en parte le restes importancia. El centro, el gueto de Varsovia, el barrio de Praga, la plaza central y su gastronomía... ¡Qué gastronomía!

 

No puedo seguir este capítulo sin nombrar a Belén, mi compañera de viaje de Varsovia, la cual conocí por casualidad y que ha resultado ser todo un descubrimiento. Una aventurera en potencia entusiasmada por recorrer Europa con su mochila y que se ha convertido en el souvenir más especial que me llevo de esta ciudad.

¡Belén si lees esto, nos vemos por Asturias!

Una vez en Varsovia la parada era obligatoria, no me quedaba otra opción que coger un tren nocturno e irme a Cracovia. A parte de ser una ciudad increíble, con una toque bohemio que le da un algo especial, con un casco antiguo precioso y un castillo custodiado por su dragón... cerca de ella se encuentra uno de los lugares más terribles, tristes e impactantes donde he estado nunca. El campo de concentración de Auschwitz y Birkenau.

No tengo palabras para describir este lugar. Una atmósfera extraña hace que tengas una mezcla de sentimientos que no sabría como explicar...tristeza, impotencia, rabia... Pero que sin lugar a dudas no me arrepiento de haber visitado.

Un poco abrumada por la visita llegó la hora de poner rumbo a mi Reino de Hielo. Tras un tren de vuelta a Varsovia y un avión con varias escalas volví de nuevo al punto de partida. Supongo que con una visión, vivencias y aprendizajes que no tienen nada que ver a los que tenía cuando cogí el primer tren para empezar esta aventura.

Porque al final la vida es una sucesión de momentos y depende de ti como los vivas. ¿Te atreves?