Con dos meses cumplidos de SVE puedo decir que he tenido mucha suerte. Vivo en el centro de Dublín, no me tengo que desplazar para trabajar, me pagan clases de inglés en una academia buenísima, tengo la compañía de otros cinco voluntarios y el contenido del proyecto se ajusta a lo esperado. Tras asistir al On Arrival Training he tomado una mayor conciencia de esto ya que los otros voluntarios de Irlanda, en muchos casos, están destinados en pueblos muy pequeños, mal comunicados, sin grandes posibilidades de relacionarse con la comunidad, y cubriendo turnos de noche en una residencia, por ejemplo. Por eso, cuando en el training me pidieron que escribiera una situación difícil o ‘de pánico' a la que me estuviera enfrentando en el SVE no se me ocurrió ninguna. Tiene su miga hablar bien en inglés nada más te despiertas, o entender el acento de según quién, y no cabe duda de que resulta incómodo tener que pedir que te repitan algo tres veces. Pero para mí eso entra en la categoría de lo esperable. Para eso venido, y por ello me lo tomo como parte del proceso. Tampoco estoy sufriendo un cortocircuito cultural. Más bien al contrario, me he sentido arropada desde el principio y creo que la manera de ser irlandesa contribuye a ello. Te hablan espontáneamente en los pubs, en las tiendas, en la recepción de los establecimientos. Me gusta que sean agradables y educados hasta el extremo, aunque estoy haciendo un cursillo acelerado de entender ‘overstatements' y ‘understatements'.
Para entendernos, un irlandés jamás te dirá que el trabajo que le estás presentando es una chapuza y que lo arregles. Te dirá que es ‘brillante' pero que tal vez no sea la mejor versión posible y que, solo si te apetece, le des una segunda vuelta. Alerta, esto quiere decir ‘corrígelo, y rápido'. Al principio estaba un poco despistada con esto porque no estoy acostumbrada a meter la pata, pedir ayuda y que me digan que no me preocupe y que lo deje estar. Cuando les coges el tranquillo, ya sabes lo que hay. También que al mejorar mi agilidad con el inglés oído, estoy entendiendo las instrucciones con exactitud y eso se refleja en el resultado. Ahora mismo me encuentro desarrollando el Social Media Plan de la campaña navideña de recaudación de fondos. Me lo supervisa mi tutora- manager-, pero de momento no ha cambiado ni una coma, lo cual me resulta muy motivador. También van a publicar en la revista nacional de la organización un reportaje mío que ella ha editado pero que ha pasado el filtro con cambios muy menores. ¡Buena señal! Antes de llegar a eso, obviamente tuve que llevar a cabo tareas menos relevantes quizás, pero que al completar correctamente me sirvieron para ganar confianza trabajando en inglés y que ahora esté preparada para responsabilidades mayores. Por delante tengo un mes crucial para la YMCA Dublin porque de la campaña depende el funcionamiento de los programas sociales que desarrollan con niños y jóvenes desfavorecidos. Y yo seré coordinadora de voluntarios y supervisora tanto de las ventas realizadas como de la campaña de comunicación. Lo dicho, no me puedo quejar.
Ademas, esta semana he estado como Live Team Runner en un evento de 42.000 personas en Dublín , el Web Summit. En él se han dado cita los CEO de las principales empresas de Internet así como cientos de startups que están llamadas a rediseñar el futuro en muchos ámbitos. Creo que aprovechar el tiempo libre dentro del SVE para apuntarse a más actividades que te sean de interés ayuda a ampliar tu círculo de amistades y a seguir practicando inglés, porque si te despistas acabas con amigos solo españoles. Yo, desde, luego, con el Web Summit he aprendido mucho acerca de los condicionantes tecnológicos que tendrá el periodismo y la industria cultural en un futuro nada lejano. Y me llevo varios conocidos locales con los que quedar, ya que tenemos intereses comunes. También utilicé un fin de semana libre para ser voluntaria de fotografía y vídeo en el Bram Stoker Festival y el resultado fue también muy satisfactorio. Mucho inglés, aprendizaje de vocabulario de mi sector, y nuevos amigos.
Pero no todo ha sido trabajar. También ha habido tiempo para el ‘craic', es decir, la folixa. La vida nocturna de Dublín es divertida, internacional, muy abierta a la conversación. Cada vez que sales, puede ocurrir de todo. Tal vez hagas un nuevo amigo inglés que aprendió español en Ibiza o recibas una invitación espontánea a la fiesta de alguien que te ha visto cara de italiana o portuguesa y casi acierta. O acabes encontrando un paisano asturiano y os pongais a rajar sobre por qué no hay persianas, lo llenan todo de moqueta y kettles, y piensan que la omnipresente aspiradora ‘Henry' es la mejor cuando cualquier aspiradora española de Balay le da mil vueltas. Los fines de semana también se prestan a explorar la ciudad y la isla. Ya he ido a Belfast y la Calzada de los Gigantes y en previsión hay más viajes según lo vaya permitiendo el presupuesto. Y es que la única dificultad real hasta ahora es que Dublín es carísimo, sin paliativos, y creo que si un voluntario quiere venirse sin ahorros ni suplemento económico propio o familiar va a tener que apretarse el cinturón.
En resumen, not bad so far. Y es un ‘understatement', en realidad quiero decir que... ¡Genial! Eso sí, empieza a llover como se supone que llueve en Irlanda (porque hasta ahora ha hecho un tiempo estupendo con orbayu ocasional) y hace más frío, no nos vamos a engañar. Pero con buenos abrigos y actitud positiva, espero llegar sana y salva a la primavera. Nunca llovió que no escampara. Y en Navidad, Ryanair mediante, vuelvo a casa como el turrón. Cheers!