«No conozco a jóvenes de la generación Ni-Ni, pero muchos aún aspiran a entrar en Ensidesa»

Marcelino Sánchez, a las puertas de la sede del Conseyu en la ovetense Plaza del Sol.
«El mito de que no estudiamos ni trabajamos es un invento de una televisión que juega con el morbo».Marcelino Sánchez Presidente del Conseyu de la Mocedá.Tiene 23 años, estudia Imagen y Sonido y Ciencias Políticas en la UNED y acaba de hipotecarse para convertirse en propietario de un piso en Laviana. El nuevo presidente del Conseyu de la Mocedá, Marcelino Sánchez (La Ferrera, Laviana, 1987), elegido hace una semana con el 77% de los votos -con una candidatura integrada por representantes de Cruz Roja, Juventudes Socialistas, Nuevas Generaciones y las juventudes de IU, Comisiones Obreras y UGT- es una 'rara avis' en una región con una de las menores tasas de emancipación de España y miles de 'leyendas urbanas'. Y, sin embargo, promete «defender los derechos de la juventud trabajadora en este momento de crisis». Pero hay más cosas que le distinguen: empezó en esto del asociacionismo al frente de una organización consagrada a los juegos de rol y asegura que su «referente vital» es Paulino Feito, su antecesor en el cargo.
-Enhorabuena. ¿Ya se ha puesto a trabajar?
-Gracias. Después de celebrarlo, que fue lo primero que hicimos, ahora toca ponerse al día. De momento, percibo mucha ilusión.
-Entre usted y yo: ¿Sirve para algo el Conseyu de la Mocedá?
-Su labor es muy importante, por ejemplo, a la hora de asesorar a las asociaciones sobre las subvenciones del Principado. Hace unos años era inimaginable que las asociaciones de barrio pudiesen solicitar ayudas. Y ahora se hace.
-¿Qué pasa con los jóvenes que no están en ninguna asociación?
-Pensando en ellos se han puesto en marcha iniciativas como la campaña de 'Javi el Heavy' y las negociaciones con el Consorcio de Transportes de Asturias para que se implantasen líneas búho que antes no había. Para eso y para muchas más cosas sirve el Consejo.
-La de 'Javi el Heavy' fue una campaña polémica de la Dirección de Vivienda que pretendía acercar a los jóvenes a las ayudas al alquiler de pisos. ¿Qué resultados ha arrojado hasta el momento?
-Todavía es pronto para saberlo.
-Y mientras el Principado apuesta por fomentar el alquiler, usted va y se compra un piso...
-De momento, está en construcción. Me lo he comprado con ayuda de mis padres y del Principado. Sin las ayudas del Gobierno regional hubiera sido imposible.
-¿Se sabe un privilegiado?
-Lo que pasa es que mi madre ya está cansada de mí. De que esté metido en tantas cosas. Y además estuve viviendo solo en Madrid mientras estudiaba y me niego a que mis padres me lo paguen todo. Madrid es muy caro. Entre la Universidad, el piso y que algún día tienes que salir... Así que me puse a trabajar en cosas más extrañas. Vigilante de seguridad, conductor de ambulancia, ayudante de vestuario en televisión... Trabajé en lo que pude y lo pasé muy mal para encontrar empleo. Es más: no dejo a mis padres que me paguen la universidad. Y en mi tiempo libro me dedico principalmente a trabajar, porque ellos ya tienen suficiente carga.
-¿Cómo se explica que los jóvenes asturianos sean los que más tardan en irse de casa de España?
-Está muy relacionado con el problema laboral. Los jóvenes no es que no quieran trabajar. Lo que no quieren es trabajar sin cotizar, como les está ocurriendo a muchos. Además, los bancos no conceden créditos. Cortaron el grifo. Y, al cortarlo, no se puede comprar un piso. También se hace muy difícil alquilar con el tipo del trabajo al que pueden acceder los jóvenes, incluso los licenciados. Por un zulo te piden 350 euros.
-Pero la precariedad también se ceba en el resto de comunidades.
-Lo que pasó en Asturias es que hubo un golpe muy fuerte entre el referente familiar que estuvo vinculado a la industria pesada, con contratos estables, sueldos razonables y buenas condiciones y la precariedad que llegó con la reconversión, con un paro juvenil bastante más alto que en otras regiones. Hubo un gran contraste entre familias con abuelos y padres con unas condiciones aceptables y un futuro desolador para la juventud.
-Lo de la generación Ni-ni, ¿es entonces un mito?
-Rotundamente. Ha sido un invento de una televisión que juega con el morbo. No representan para nada a la juventud española. No conozco a jóvenes de esa generación, pero aún hay muchos que aspiran a entrar en Ensidesa. No es una crítica a los jóvenes, sino al desmantelamiento del tejido industrial y a las condiciones laborales. A nosotros nos toca una situación muy difícil.
-¿Mienten las cifras que revelan que hay 23.000 jóvenes asturianos que ni estudian ni trabajan?
-Las estadísticas no se han analizado a fondo. Hay que considerar que hay personas que no están trabajando, pero que están buscando empleo. Y buscar empleo es un trabajo. Parece que es echar currículum, pero no. Y hay quien está estudiando en la educación no reglada. -Y usted además se queda aquí.
-De Laviana es muy difícil que me mueva. Es una ciudad muy 'afayaíza' para vivir. Me encanta.
-Dígales a las 'leyendas urbanas' cómo se hace para seguir viviendo en el Principado.
-Con esta situación económica no puedes despreciar ningún trabajo. Yo, desde luego, si puedo continuar viviendo en Laviana, haciendo lo que sea, no me planteo irme.
-Tampoco la mayor parte de los jóvenes son tan participativos como usted.
-Cuando conocí el Consejo de la Juventud me sorprendió mucho. Estoy bastante orgulloso de la actividad asociativa de Asturias.
-Conclusión: la juventud asturiana no está tan 'apalancada' como pudiera parecer.
-Salimos a la calle en la manifestación contra la jubilación a los 67 y tenemos muchas reivindicaciones: el Sáhara, Palestina, el recorte presupuestario en las políticas de juventud del Principado... La Transición fue un momento de efervescencia que fue decayendo. Los 60 y 70 fueron años de movilizaciones juveniles en toda Europa, pero eso se acabó. Esperemos que no vaya a peor.