«Todos llevamos un fracasado dentro»

El escritor peruano, ayer entre los libros del Salón Iberoamericano /ÁLEX PIÑA
El novelista limeño presentó ayer en el el Salón del Libro Iberoamericano, su última obra, 'Memorias de una dama'
Nació en Lima, en 1975. Y la Wikipedia sitúa su infancia en Arequipa, lo que él niega con gracia, entre las bromas y las veras: «En Arequipa sólo ha venido al mundo gente mala, Montesinos (la mano derecha y armada del ex-presidente Fujimori), Abimael Guzmán (terrorista a la izquierda)... o Mario Vargas Llosa». Lo que sí es cierto es que el escritor Santiago Roncagliolo pasó los primeros años de su vida en México, donde se había exiliado su padre. Y que desde el año 2000 reside en España, primero en Madrid y ahora en Barcelona, donde ha obtenido éxitos novelísticos tan aplaudidos como 'Abril rojo', Premio Alfaguara de Novela 2006. Ayer presentó en la inauguración del XII Salón del Libro Iberoamericano su última obra, 'Memorias de una dama'.
-Es la segunda ocasión en la que viene al Salón. ¿Qué sensaciones le produce este encuentro literario?
-Tanto el Salón como la Semana Negra me producen la sensación de las reuniones de amigos, en las que tienes la oportunidad de conversar con escritores a los que no ves frecuentemente. Trato de fingir que es trabajo... (bromea).
-¿Qué cree que aporta el Salón de Gijón a la literatura iberoamericana?
-Es un escaparate de lo que están haciendo unos escritores que llevan a sus páginas una lengua que hablan 400 millones de personas. Sin este punto de encuentro, sería muy difícil tener una idea de la literatura que se construye en más de veinte países. Es estimulante para autores y lectores. No hay muchos ejemplos así. En España, es único.
-'Memorias de una dama' mezcla ficción y realidad, con personajes como Jacqueline Kennedy o la Mafia. ¿Qué proporciones hay de realidad y de ficción?
-Lo he olvidado... (vuelve a bromear). Cada lector decide lo que es real y lo que no. Ese es el juego. Que cada cual elija.
-¿Y cuánto tiene que ver usted con el novelista al que la protagonista de la novela encarga escribir la historia?
-Ese novelista es un fracasado. Y todos llevamos un pequeño fracasado dentro, que no nos dejan mostrar. La literatura es el parque donde ese perrito feo puede salir a pasear.
-Dice perrito y no patito feo...
-Sí, ese escritor es un desastre completo, de principio a fin. No se hace cisne. Patito feo puede ser la protagonista, Diana, una millonaria frívola que no sabe qué hacer con su dinero, pero que paulatinamente se va convirtiendo en un personaje entrañable, que lucha contra su biografía y contra el olvido.
-En 'Abril rojo' nos relató los crímenes de los militares en la época presidencial de Fujimori. Ahora, lleva la mirada atrás para escribir acerca de intervenciones solapadas de la CIA o de la Mafia en el Caribe... ¿Cuántas actividades oscuras nos oculta el poder a los ciudadanos de a pie?
-El poder siempre tiene sus sótanos. Y en la década de los 40 y 50, en el Caribe y particularmente en Cuba, se guardaban cadáveres de todo el mundo. Fue lugar de paso para mafias, tráfico de cocaína, o para que Mussolini se comprara un coche... Es un escenario que permite hablar de todo un siglo en el planeta. Hasta que llegó Fidel. Desde entonces, La Habana es una ciudad detenida en el tiempo.
-¿Qué puede la literatura contra el poder?
-Mantener viva la memoria. La literatura se alimenta de realidades, y si la gente sabe lo que pasa es más difícil manipularla. No tiene la capacidad de hacer grandes cosas por la historia, pero contribuye a las pequeñas, que tampoco está mal.
-Hasta que logró el reconocimiento literario, tuvo algún rechazo editorial, ¿no?
-Tengo el récord con mi primera novela. Me la rechazaron catorce editoriales en cuatro países. Pero tenía clara la vocación. Y escribí otra que se aceptó.